Hablamos del trozo de plástico más delicioso y adictivo del mundo. La goma de mascar o chicle, como se conoce comúnmente.
La goma de mascar como tal no nació hasta 1848, gracias a un inventor llamado John Curtis. Aunque ésta fue patentada años después. Y desde entonces, las tiendas y kioscos del medio mundo han hecho caja con un artículo tan simple como sabroso.
Al día de hoy ya estamos acostumbrados a ver toda clase de chicles, pero al principio solo existían dos sabores: el de regaliz y el de menta; y además se utilizaban para limpiar los dientes. Otra cosa que ha cambiado es su componente principal, de la savia de los árboles a plástico neutro. Toda un revolución.
El proceso de fabricación es bastante sencillo. Se empieza utilizando una base de goma que hace que el chicle tenga una composición elástica. Está hecha de resina sintética de plástico y caucho. Cuando la goma está creada, se le añaden un montón de componentes que le dan un color, un sabor y un olor característico, además de jarabe de glucosa y endulzante en polvo.
Luego, dependiendo de la marca y la variedad, se le añaden muchos más ingredientes como pica-pica, una capa de caramelo o relleno líquido.
Una vez que el producto ha sido elaborado, se comprime hasta crear la forma deseada y sufre un proceso de congelación, para poder cortarlo después sin que se pegue. Sólo falta que una máquina automatizada los envuelva y estarán listos para ir directos a tu boca.
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